Mr. Útil -Capitulo XI- El tío de los recados se ha pillado días de asuntos propios

 

 

 





Sopa de tomate 001


Ella y yo estamos en la cama, cae la tarde, nos acabamos de despertar de una siesta corta, corta para mí, ella parece tener bastante con diez minutos para recargar baterías. Yo siempre podría dormir un poco más.

Examino los calados de luz y sombra que, a través de la cortina, el sol de la tarde proyecta en el techo. La cortina flamea cada día diferente y yo siento que debería dedicarme al estudio de su comportamiento. Yacer aquí para siempre, preguntándome cómo será el próximo dibujo de luz en el techo.

¿A qué hora tienes el tren?

Es la tercera vez que me lo preguntas –responde ella entre medio resoplido.

Lo sé. No soy capaz de recordarlo, mi subconsciente no acepta que te vayas.

Tu subconsciente y tú os pasáis la vida fuera y ahora, ¿no soportas que yo me vaya?

Acepto que es una actitud machista y posesiva, pero llegué tarde al reparto de subconscientes.

Es un chiste muy malo.

Tampoco quedaba sentido del humor, no soy gracioso.

Sí, lo eres.

Debe haber algún tipo de error, soy triste, melancólico, un poeta. Fue lo que te enamoró de mí.

Creo que fue que sabías arreglar un ordenador y conseguir wifi gratis, eso y que me sentía frágil y tú estabas por ahí en ese momento.

Sinceridad por sinceridad: me casé contigo por los macarrones al horno, il timballo...

Casi nunca hago maccheroni al forno...

Es verdad, casi nunca los haces. Me refería a los de tu madre.

Y reímos porque toda la conversación solo era un elaborado chiste que queremos creer que solo nosotros comprendemos.

Para compensarte haré chocolate. ¿Qué te parece?

¿Crees que puedes comprarme con una taza de bebida caliente?

También hay melindros.

Soy tuyo.

Volvemos a reír. La beso, decimos unas cuantas tonterías más, es como un rito, diez o quince minutos en los que a veces consigo huir de una realidad que no llego a entender e ingreso en una particular, propia, solo de nosotros dos. Debe de ser en eso que llaman amor. No pienso analizarlo, si te aproximas demasiado explota como una burbuja de jabón y además no pienso que sea de tu incumbencia, dejémoslo aquí.

Al cabo de un rato salgo del lavabo y en la mesa de la cocina me espera una taza de chocolate caliente y una mujer con un pliego de facturas.

Sabía que era un truco.

No es ningún truco, hay cosas que decidir, lo sabes.

Ella habla, yo asiento, intento hacer las preguntas correctas. No es que no me interese, pero ella está mucho mejor preparada, además de tener mejores cualidades para tratar del asunto. Tengo muy poca paciencia en el trato con la gente. Casi todo lo arreglaría con un palo o huyendo para siempre, pasando. Además, el proyecto –el agroturismo como ella le llama, con su deje italiano– es su idea, su proyecto. Cuando empezamos para mí solo era una manera de utilizar el exceso de efectivo. Exceso de efectivo, nunca soñé con tener este problema, fue un espejismo, duró poco, la obra parece un agujero negro, se lo traga todo. Cuando empezamos pensábamos llevar una gestión informal del negocio. Las plazas turísticas ofertadas por particulares eran una práctica corriente y bastante desregularizada. Esto ha cambiado, internet no solo ha dado facilidad para darte a conocer e intentar conseguir clientes, también permite al estado seguirte la pista. Legalizar el negocio cuesta tanto como su propia construcción, con la dificultad añadida de que ha de pagarse con dinero justificable, dinero que no tenemos, ni de este ni del otro.

¿Me escuchas?

Sí que lo hago.

Entiendes lo que te digo.

Sí.

¿Y no te preocupa?

Lo hace. ¿Pero qué puede pasar? ¿Que fracasemos? ¿Que tengamos que saldar la propiedad? Aun así, el dinero que nos quedase sería limpio, oficial. Sería la manera más estúpida posible de lavar dinero que nadie haya emprendido jamás, pero ¿importa? No me preocupa fracasar, no se gana siempre. Por mucho que te preocupes, por mucha dedicación que le pongas, todo tiene más que ver con la suerte que con cualquier otra cosa. No estoy gastando dinero en montar un negocio, sino en ver como ella lo intenta. Es distraído.

 

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