Mr Útil -Capítulo XVI- Nueve de la mañana, el Tío de los recados va a trabajar

 



A las nueve de la mañana Badía está plantado de muy buen humor entre la cafetería y el semáforo. Un escollo en el camino a mi rutina, mi personal Caribdis. Conejero le habrá dado el recado.

¡Seco! Te veo muy bien, muy arriba –me saluda.

Yo también te veo bien, demasiado. Que yo te vea es igual, lo sé, pero ¿quién más te habrá visto? Eres un pez grande en una pecera pequeña. Salpicas demasiado, llamas la atención. Tu nombre está al lado del mío en papeles, lo sabes. Por aquí no queremos llamar la atención. Adiós.

¿Ya te despides? En serio: en bien de nuestra amistad tendríamos que hablar más.

Es cierto. Pero nunca, nunca aquí. Me voy a trabajar. Escucha: que no se pierda un lápiz. Que nadie escupa en el portal. Si alguien se queja, si alguien pregunta, recordaré que te he visto por aquí.

¿Vaya, ahora te llevas bien con la Policía?

No demasiado, pero no quiero llevarme peor.

Badía me mira con interés. Me molestan su mirada, sus poses... Solo me viene a la mente el adjetivo baboso. Aunque él, supongo, que se cree sexi.

Me sorprende que tengas el valor de hablarme así, siempre hemos procurado no chocar, no ponernos ultimátums. La historia esta debe importarte mucho.

¿En serio me importa mucho? Me da de comer, sí, quizá también me da una esperanza de futuro, un final cómodo; y a la vez me importa una mierda, solo he de aguantarlo un poco más, solo un poco más… sí, pero esto no es un asunto que quiera compartir con Badía, lo que le contesto es:

Eso es igual, pregúntate ¿a quién más le importa? ¿A quién le importa lo suficiente para que yo tenga que hablar contigo? ¿No es más fácil llamar a la Nacional y que se ocupen ellos? ¿Quién será que ante todo no quiere la Nacional por aquí?

Ya he pensado en eso. ¿Sabes una cosa?, respeto la intimidad de la gente, yo soy un buen muchacho, entiendo las cosas. No soy uno de esos perros que matan a palos porque no saben soltar lo que muerden. ¿Lo has visto alguna vez? Es divertido. Conejero es otra cosa, se lo toma todo como más personal, y ahora está... muy dolido. Ese muchacho sin la adecuada dirección... En fin, igual lo descubres tú mismo.

No le hago caso, el semáforo enverdece, cruzo. Tengo esperanza, Badía se aburre rápido, a veces. No tengo suerte, sale detrás de mí y cuando está a mi altura me susurra.

¿Todavía te acojona perder el control, cruzar la línea?

Me regala una amplia sonrisa y se pierde rápidamente en el interior de un coche que intuyo conducido por el que parece un indio con las proporciones de una lavadora.

Perder el control, cruzar la línea; reflexiono sobre sus palabras. Desde luego tiene razón en algo: tengo miedo; hay un tenue temblor en todos mis gestos, cojo el ascensor y es en el tercer piso que acepto que la escena con Badía es real, no una fantasía, que mi propia vida es real. Siento un escalofrío. Me hago mi propia pregunta: ¿no es más fácil llamar a la Policía? Hay demasiados dónde, cuándo y cómos que no tienen respuesta sencilla. De los porqués, ni hablemos.

 

<<Capítulo anterior                                                                                                   Capítulo siguiente>>

Entradas populares de este blog

Mr. Útil o Últimas aventuras del Tío de los Recados -Solapa y prologo-

Mr. Útil -Capítulo XII- El jefe negocia el calendario de pagos

Mr. Útil -Capítulo XIII- El Tío de los recados tiene conocidos curiosos.