Mr. Útil -Capítulo XVIII-El Señor Ciscart siempre dice que un jefe de verdad no tiene horario laboral

 

 

 

Tengo dos, tres sueños recurrentes, dos de ellos hace mucho tiempo que los tengo, el tercero es más reciente. El primero de ellos es muy sencillo, tanto que no suele ser el cuerpo, la idea principal del sueño, sino una circunstancia en él. Se puede resumir en que esté donde esté sé que el suelo bajo mis pies no es seguro, tanto que prácticamente se deshace al contacto con las suelas de mis zapatos y deja a la vista los espacios entre las vigas que deben sujetarlo. Es por estos huecos que veo los pisos inferiores que están en igual o peor estado. Sé que si el suelo acaba de hundirse mi caída no acabará en el piso de abajo, sino que continuará y continuará ¿para siempre? Quizás, pero en el sueño yo continúo con mis cosas envuelto en una sensación de urgencia, hasta qué, diría que lo habitual es que el sueño se extinga, que se funda a negro o pase a ser otro diferente.

Otro sueño, que aun hace mas tiempo que tengo, si te paras a pensarlo es muy parecido, también tiene su dosis de ansiedad y peligro inminente. En éste estoy en el exterior, es un paisaje que he visitado en sueños tantas veces que he acabado por conocer su geografía perfectamente, es un lugar que se parece mucho a los alrededores del pueblo de mis abuelos, pero que no lo es. Como aquel es un paisaje redondeado por la mano del hombre, un conjunto de colinas esculpidas por campos en terrazas cubiertas por árboles achaparrados, contenidas por muros de piedra seca, que trazan perfectas curvas de nivel , descendiendo suavemente hacia la promesa de un valle y quizás más allá el mar. Que yo sepa hay campos parecidos a estos desde Cádiz hasta Grecia. Estando despierto desde la ventanilla del coche o del tren muchas veces he descubierto un lugar parecido e igual que en el sueño no puedo evitar buscar a los leones entre las sombras, descansando bajo los algarrobos, los almendros, los olivos o las higueras, el árbol que sea. En mi sueño hay de todos estos árboles y los leones cuando los localizas escondidos bajo ellos te das cuenta de que tienen la mirada atenta, más abajo, sobre el perezoso camino que se retuerce caprichoso como si no quisiera salir, dejar atrás los campos... Este es el espacio de los leones, les pertenece, es tan de ellos que sé que soy un extraño en él, que mi sueño se ha vaciado en uno de más grande, donde soy frágil, desgarrable. Eso exactamente es lo que siento, la convicción de que si me descubren podrían rasgarme, como una hoja de papel, porque eso es lo que sería a sus miradas vacías, solo un dibujo sobre una hoja de papel.

Cuando le conté estos sueños a Sol ella dijo que evidentemente reflejaban la faceta de inseguridad de mi carácter, esa que yo había arrastrado hasta el fondo de mi mente para allí cubrirla con una manta e intentar comportarme como si no existiera. Un trozo de mí me recordaba que existía. Lo dijo con tono de reproche, como si no estuviera bien esta forma de encarar la vida, como si hubiera una manera correcta de hacerlo. ¿Este es el mensaje del sueño?, hay cosas con dientes más grandes que los tuyos cerca. ¡Cuidado, cuidado!

¡Cuidado!, ¡Cuidado! ¿Ya  estoy despierto y todavía retumba el aviso en mi cabeza? No, no lo es, es el teléfono que está sonando. Manoteo torpemente hasta que encuentro las gafas. Roque llama desde América. ¿Qué hora es allí? ¿Qué hora es aquí? Ni siquiera dice hola, habla un poco más rápido de lo que es habitual en él.

No son gente razonable, te lo advertí. Por lo que cuentan en Juárez, me cuesta considerarlos siquiera gente.

Tranquilízate. ¿Qué te han dicho?

Estoy tranquilo, tengo la maleta hecha. No me voy a quedar aquí a hacer de pararrayos. ¿Quieres que paguen el pato los Boudrie? Por mí, hecho. ¡Que se joda Ramoncito! No sé si es idiota o tiene los dedos largos. Pienso que es idiota, las fulanas le pueden... ¡Que se joda Ramoncito!

¿Y después? ¿Y Don Ramón? ¿Crees que se cruzará de brazos? ¿Qué dirá, ¡qué mala suerte!, y ya está? Don Ramón no lo aceptará, es un ciego en todo lo de su hijo. Buscará un culpable.

Ya te lo dije: démosle uno.

No te entiendo –miento.

Por ahora solo es Juárez quién necesita un culpable, no podemos darle a Ramoncito. Démosle a otro. Envía a alguien.

Silencio. Roque es implacable. Roque es realista. Sabe que detrás de Ramoncito está él en la lista. Tiene que empujar el dedo acusador rápido, fuera de él mismo. En realidad, el problema ante todo es suyo.

Aguanta ahí. No precipites las cosas. Estoy pensando en ello.

No pienses demasiado. Los clientes de Juárez no son pacientes.

Cuelga. Recapitulo. Don Ramón; no cobrar lo que debe don Ramón sería un desastre. Perder a don Ramón como cliente sería un desastre. Como perder pie y hundirte; demasiada cuota de operación de La Firma pasa por él. Patalearás y saldrás a flote, claro, pero te faltará aire por algún tiempo. No son tiempos para que te falte el aire. Hemos sido descuidados, nos hemos dormido. Son malos tiempos y no nos hemos adaptado, ¿adaptado a qué? No hemos sentido la contracción del mercado, no tuvimos tiempo, nunca hay tiempo. Roque apareció llevando de la mano a don Ramón y su gusto por los clásicos. Nos acomodamos y ahora dependemos. Roque, cabrón, pasas demasiado tiempo estrechando siempre las mismas manos y poco picando a puertas nuevas. No te he pateado el culo lo suficiente. Igual todo es para bien. Empezar algo nuevo, desde cero. Pronto se habrá autogenerado capital para toda una nueva línea. Saldar a Roque. Y a otra cosa.

Me quedo mirando al techo, mientras la mañana comienza a despertar detrás de las persianas. Un momento antes de volverme a dormir suena el teléfono.

Sr. Ciscart. No me ha llamado –dice una voz que me es conocida.

No dije que lo fuera a hacer.

Eso es muy poco educado.

No lo considero así. Me puse en contacto con la delegación en Latinoamérica y ordené que atendieran sus peticiones.

Sí, sí. Fueron muy amables. Me informaron de sus pesquisas. Estudiarán los hechos. Dicen que identificarán al culpable. Esa parte se cuadrará en breve. No así la de los gastos.

¿Gastos?

Una fruslería, aun así, es una cuestión de principios. Queda por cubrir indemnizaciones a mi cliente y las minutas de los... ¿cobradores?

Póngase en contacto con la delegación, están a su disposición.

Así lo haré. Gracias por su atención.

No se merecen. A su servicio.

¡Identificaran al culpable! ¡Esa parte se cuadrará en breve! Roque ha vendido ya su plan, lo ha puesto en marcha lo quiera yo o no. No sé de qué me extraño, ese es su estilo, primero hacer la venta y dejar para después el averiguar si tenemos stock, capacidad… es un maestro en olvidarse de pedir autorización, y por lo tanto en exigir complicidad… el muy cabrón cree saber como arrastrarte, a mí, y a quién se le ponga por delante. Por eso le contraté, no puedo mirar hacia otro lado y simular que no tengo nada que ver ¿o sí?

Me acabo durmiendo, olvido el plan de Roque. Porque quiero olvidarlo.

 

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